jueves, 3 de octubre de 2013

Abu Simbel


Los grandiosos templos de Abu Simbel, muestra del poderío faraónico, suponen asimismo una obra realizada bajo el mandato de Ramsés II, que gobernó durante el siglo XVI a.e. La conservación de estos monumentos, en el siglo XX, implicó su trasvase a un nuevo enclave en el momento de la edificación de la presa de Asuán.
Ramsés II destacó en sus misiones  militares y ratificó el papel providencial del faraón. Especialmente relevante fue su implicación en la batalla de Qades, mediante la que se pactó la paz con los hititas, fundando así una época esplendorosa para Egipto. El templo funerario de Ramsés II es conocido como Ramesseum,  localizado en Tebas, en la orilla occidental del río Nilo,  recoge entre sus restos una recreación de la derrota sobre los hititas.
El cese de conflictos posibilitó a Ramsés II el embellecimiento de Tebas y de los templos de Amón en Karnak y Luxor específicamente. A la vez fueron levantados numerosos templos, entre ellos los santuarios de Abu Simbel y Hator, situados aproximadamente a unos 40 kilómetros en la zona norte de la segunda catarata, sobre las colinas de arenisca roja.
El templo de mayor dimensión está consagrado a los dioses Ptah, Amón-Ra, Re Horajti y a Ramsés II sacralizado, cuyas cuatro enormes estatuas de 20 metros de largo dominan la fachada de 33 metros de altura. Penetrada la puerta, una angosta galería lleva a un gran patio interior mantenido por ocho pilares osiríacos, como se conocen aquellos que en una de sus caras tienen un relieve que representa al soberano con los atributos del dios de los muertos, Osiris. Este patio está conectado a su ve con ocho capillas anejas, alargadas y angostas, y la sala hipóstila levantada por cuatro columnas osiríacas donde la decoración recrea numerosas escenas, como la batalla de Qades. Traspasando esta sala, una pronaos precede al santuario propiamente dicho, conformado por tres capillas. En la capilla principal están las magnificadas estatuas de Ptah –dios de las artes-, Amón-Ra –dios del sol-, Re-Horajti y Ramsés II.
El templo dedicado a Hator, la vaca, diosa de la felicidad y del amor, y cripta de Nefertari,  cónyuge de Ramsés II,   es quizás el templo funerario más hermoso dedicado a una soberana egipcia.
 La edificación de la presa de Asuán en el lago Nasser conllevó la inundación de todo el territorio, lo que supuso que la UNESCO dirigiera, en 1960, un movimiento internacional con el objetivo de proteger de las aguas las obras egipcias. Personal especializado en arqueología, sumando ingenieros  y técnicos, concentraron sus esfuerzos en traspasar los monumentos a un enclave seguro y protegido de las aguas.
El traslado implicó también los templos nubios de Amada y de Derr, Ouadi es Sebouah , Dakka, Maharraqah,  Kalabcheh (levantado por el emperador Augusto) y Beit el- Ouali, y los grecorromanos de File, el quiosco de Kartassi y el sepulcro de Pennout.
La isla de File está ubicada por encima de la primer catarata  y en ella se edificaron los templos consagrados a Isis. Los santuarios de la zona levantados durante la época  tolemaica,  suponen un resurgimiento de la arquitectura monumental egipcia. Manteniendo formas tradicionales en los elementos constructivos, las obras de File constan de un aire más fresco e innovador, que se refleja en la estilización de sus proporciones y la mayor iluminación de sus espacios.
En 1902 con la edificación de la primera pesa de Asuán la isla fue sentenciada a estar hundida entre las aguas durante ocho meses anualmente. Pasados sesenta años con el proyecto de una nueva presa en Sa’ad al-Ali, el sumergimiento de los monumentos de File aparentaba ser inminente. No obstante, los templos fueron rescatados a través del apoyo de la UNESCO. Esta tarea conllevó rodear la isla con un dique y trasportar los monumentos a la isla de Agilkia, donde podemos ir actualmente a disfrutar de su belleza.






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