Los museos como tradicionalmente los
conocemos tal vez se hayan quedado “obsoletos” respecto a los visitantes que
reclamen un aprendizaje lúdico, y a través de un lenguaje actual fundamentado
en las nuevas tecnologías adaptadas al conocimiento. En este contexto surgieron
los “paramuseos”, que suponen una combinación de los museos usuales y los
recursos culturales plasmados en el término norteamericano de visitor’s center.
Este término comenzó a conocerse a finales del siglo XX, concretamente en 1996.
Las empresas destinadas al diseño y proyección de museos lo toman con el
objetivo de eludir los abundantes trámites que van ligados a las edificaciones de museos.
La ausencia de planificación y
reglamentación rígida fueron los factores que propiciaron el auge de estos
centros en España. Las actividades de
investigación y los conjuntos de colecciones son elementos necesarios para la
constitución de los museos. En cambio,
para los Centros de Interpretación estos requisitos pueden ser prescindibles,
ya que se puede emplear cualquier construcción, las tareas de investigación
puede improvisarse y la falta de elementos pueden ser sustituidos por réplicas.
Existe la posibilidad de que este hecho
trascienda lo cultural generando una cuestión problemática, equiparable al boom
inmobiliario.
El triunfo o el fracaso de los
Centros de Interpretación se perciben tras su abertura a la población. Varios estudios han revelado que gran parte de
los Centros de Interpretación emergen por una necesidad política, indistintamente
de los reclamos culturales y de las competencias de mantenimiento de los
equipamientos. Esta disposición política es difundida de manera acentuada a los
municipios de pequeño tamaño, determinado a las autoridades locales que puede
suponer una fuente de rentabilidad económica.
De esta manera comienza la
edificación del equipamiento, sin más requisito que hallar el terreno para la
construcción o el emplazamiento histórico en el que se encontrará. Es un hecho
habitual que las inversiones económicas en determinados edificios no sean
útiles por una escasa planificación. La ausencia de requisitos para la
atracción turística y la insuficiente publicidad para su difusión, suponen
aspectos que pesan sobre la falta de éxito de los Centros.
Las zonas no suelen ofrecer
alojamiento ni restaurantes de calidad al turismo cultural que podría mantener
las instalaciones. La falta de éxito tras las inauguraciones señala a los
poderes locales la no rentabilidad de estos centros. Los cambios entre las tendencias políticas en
los municipios afectan a menudo a la durabilidad de los Centros de
Interpretación, clausurándose de forma temporal en muchas ocasiones.
La gestión inadecuada e insuficiente
ha llevado al fracaso de la cuarta parte de los centros constituidos en años recientes. El fracaso
viene motivado por la ínfima rentabilidad cultural y las cargas económicas que
origina la producción de estos centros y su posteriori sustento a través de las
instituciones públicas.
MARTÍN PIÑOL, Carolina : “Los
Centros de Interpretación, un fenómeno de cambio de milenio”
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