La
crisis económica experimentada en los últimos años origina el cuestionamiento
de la rentabilidad de los beneficios obtenidos a través de las inversiones en
Patrimonio Cultural. No obstante, podemos distinguir varios fundamentos que
reflejan sus aspectos positivos para el desarrollo de las comunidades, y
asimismo como una manera de proyectarse hacia el futuro. El patrimonio está
vinculado a un sector de actividades y de puestos laborales que constan de un potencial nada secundario. A
su vez está estrechamente vinculado con el desarrollo sostenible, implicando
esta afirmación que con la conservación del patrimonio estaremos preservando el
futuro.
En nuestros días existen comunidades de
población de pequeño tamaño que estiman que los recursos culturales conforman un
sector que produce puestos de trabajo. En este tipo de afirmaciones suele
sobresalir el punto del turismo cultural, ya que los turistas que consumen
servicios y bienes culturales bridan a la comunidad y a su población una serie
de ganancias que al invertirse, pueden
originar desarrollo. Así, los museos, los monumentos y la celebración de
festivales –entre otros aspectos- pasan
a concebirse como recursos para el crecimiento.
La
investigación, referente al año 2000, y elaborada a partir del Ministerio francés de
Cultura sobre el influjo del patrimonio
en el ámbito económico del país, pone de manifiesto la cantidad de empleo
ligado a la conservación y estimación del patrimonio. Se valoraron cuatro
puestos de empleo distintos. El primero de ellos está unido totalmente a los
monumentos y museos, a cuestiones de su gestión, la acogida de visitantes
interesados y la evaluación. El aspecto negativo se encuentra en el hecho de
que determinados empleos pueden ser a jornada temporal y por ello es cuasi
ineludible transformarlos en puestos a tiempo completo. La cuantía estimada
sería de 43.880. El segundo tipo de empleo alude a los puestos activados por
los procedimientos técnicos relacionados con la rehabilitación o conservación
del patrimonio. Su planteamiento ostenta un problema similar al anterior. El número oscilaría a 42.714. El tercer tipo de
empleo competería a los puestos vinculados al recibimiento de turistas y visitantes, que pertenecen
fundamentalmente al ámbito de la hostelería. Los empleos vinculados a este
ámbito y a su vez al patrimonio cultural ostentarían un 17% de las cifras. En
cantidad de puestos sería 176.800. El último tipo estaría relacionado a
actividades que en determinados ámbitos económicos movilizan recursos del
patrimonio. Esta valoración comprende tres factores. El primero de ellos
pertenece a los empleos de ámbitos culturales que movilizan recursos del
patrimonio. El segundo contempla los
sectores que se colocan entre los campos culturales y económicos. El último de
ellos corresponde a las personas dedicadas a trabajos artesanales. La
estimación completa daría como resultado 524. 250, lo que supuso casi el 2,0% de
los habitantes empleados ese año.
En Francia,
asimismo, fue desarrollado otro estudio, en este caso referente al impacto del
museo de Louvre. El problema fundamental en desarrollo de este estudio, reside en la estimación de los
gastos efectuados por los turistas al visitar el museo- incluyendo su
estancia-. La cuestión es qué cantidad de gastos se pueden asignar al Louvre,
sin olvidar que la duración temporal media del alojamiento en París se
estimaría en dos días y medio. Se escogieron tres alternativas que dieron como
resultado tres premisas distintas. La primera de ellas radica en la durabilidad
de la visita, englobando los gastos de todos los visitantes no franceses que acceden
al Louvre, pero teniendo en cuenta lo que suponga la visita en su estancia, es
decir, ya que la visita al Louvre tiene una duración de medio día, se atribuirá
como consecuencia del Louvre el valor de media jornada de alojamiento en la
capital francesa. La segunda alternativa alude a la motivación relativa,
tomando los gastos de los visitantes del Louvre respecto a su nivel de
motivación, de tal forma que conocer el Louvre solo conforma una de las causas
de su estancia. Bajo este supuesto se calcula de manera aproximada un 40% de
turistas y un día y medio de gastos, es decir, la mitad de lo que supondría el
alojamiento. La tercera alternativa estaría vinculada a la motivación
fundamental. En la misma se hace alusión a los turistas que encuentran su razón
primordial de la visita a París en conocer el Louvre, que se estimaría en un
20% del aflujo turístico. A partir de las opciones anteriores, el impacto del
museo en la economía francesa alteraría de 0,936 a 1,157 millones de euros en
función de la alternativa escogida.
Asimismo,
en España se han realizado estudios de este tipo. El estudio de C. Herrero
& alii aplicado al impacto de Salamanca como capital cultural europea en el año 2002 para Castilla y León y
el resto del país, puso de manifiesto que a los gastos de los visitantes (241
millones de euros) se sumaban las adquisiciones de productos procedentes del
territorio (307,3 millones de euros) y para el resto del país (47 millones de
euros).
En
conclusión, los gastos públicos y privados con el objetivo de la valoración y
conservación del patrimonio suponen inversiones. Si bien puede determinarse que
la depresión económica mundial ha traído como consecuencia una desaceleración
en los gastos turísticos, no existe ninguna razón para señalar que con la valoración
del patrimonio suceda lo mismo.
Al igual
que la relación entre cultura y turismo contribuye al posible desarrollo de las
comunidades y regiones, también lo podría suponer la relación entre cultura y
creatividad. La percepción tardía, y la producción de manera más indirecta,
destacan entre las razones que asientan que aun no se haya realizado demasiado
hincapié respecto a las aportaciones de los elementos inmateriales al
desarrollo. Se fundamenta en el procedimiento de creación más que en la
secuela. Tras separar las deducciones de los minoritas comerciales tan solo se
obtiene una porción del valor constituido de esta forma, ya que los bienes no
se consumen in situ. Para comprender este antagonismo, es necesario conocer las
dificultades que entrañan el desarrollo contemporáneo.
En el
ámbito económico contemporáneo sobresale la relevancia de los conocimientos
artísticos y artesanales en la elaboración de bienes. Las actividades
artísticas contribuyen elementos creativos y brindan a los diversos sectores
económicos como el automovilístico, el mobiliario o el artesanal gran cantidad
de referencias en materia de formas, símbolos o colores –entre otros aspectos–.
Asimismo, estas actividades determinan métodos para la innovación que pueden
ser adoptados por otras actividades, planteando así estrategias creativas.
En nuestros
días, los productos vinculan de forma más estrecha el ámbito artístico y el
sector económico en disposiciones distintas y con casos extremos: el del bien
que ha deteriorado su función de utilidad, pero con un apreciable valor
estético; y el del bien con una significación estética frágil respecto a su
funcionalidad. En la economía contemporánea la determinada significación
estética de los bienes consta de importancia, como punto de distinción de los
productos y de identificación (cambiar si eso) de los consumidores. Así, los
productos culturales son productos que se persiguen por función estética en sí,
sin que esto signifique que carezca de utilidad. De esta manera, determinadas habilidades
artísticas pueden comprender la base de creación de relevantes valores de
carácter económico, y posibilitar a su vez
a los que se han ocupado en ello alcanzar un recurso de existencia.
Además
de lo citado anteriormente, el Patrimonio puede contribuir otro tipo de
beneficios, asociados al ámbito de la educación y referentes al propio
conocimiento, ya que el acercamiento al patrimonio beneficia las aptitudes de
aprehensión y asimilación de conocimientos.
Los
aspectos positivos que aportan las artes a las comunidades pueden distinguirse
en tres categorías. La primera de ellas alude a las actitudes de los individuos
desde una mayor socialización; la adopción de métodos para una mejor integración
o reinserción social; la simplificación de las distintas acciones entre los
sujetos que integran la comunidad.
Los
valores iniciales de carácter social determinados se han vinculado a la
modificación deseable en la actitud de los individuos. Se distinguen tres
factores que pueden variar los comportamientos: las actitudes, las creencias y
las motivaciones. La integración de los individuos a través de un mismo sistema
de valor puede dar como resultado el cambio en sus comportamientos, y además
una considerable cohesión social. Las experiencias en barrios conflictivos han
mostrado que la integración está ligada a la articulación del mercado y a las
actividades de carácter cultural. El desarrollo de una integración social sin una
previa integración cultural suele ocasionarse en circunstancias en las que la
escasez de paro puede estar junto a la pervivencia de desigualdades, sobre todo
en lo que respecta a lo cultural. Sin embargo, en otras situaciones pueden
convivir la carencia de integración social y una acentuada integración
cultural, por ejemplo cuando el nivel de desempleo y la pobreza coinciden con
las prácticas culturales. La carencia de asimilación social termina por
transformarse en una insuficiente asimilación de carácter cultural. En
determinados lugares, se han llevado a cabo estrategias para cambiar estos
hechos. En Arlés (Francia) se han desarrollado políticas para que la cultura
contribuya integración.
La labor
de conservación del patrimonio se traduce positivamente en el medioambiente; lo
que supone un hecho favorable respecto al agotamiento energético que ira
incrementándose con el tiempo. Las edificaciones antiguas están caracterizadas-
entre otros aspectos- por ofrecer un mayor ahorro de energía. En cambio, las
construcciones contemporáneas elevan por tres la consumición energética. La
inclinación de impulsar la construcción de edificios modernos en detrimento de las
edificaciones antiguas puede ocasionar consecuencias muy negativas. La energía
que requiere tiene un gran peso, y los materiales empleados demandan un
sustento energético mucho mayor. Por otra parte, el patrimonio aporta factores
positivos a nuestro contexto físico más inmediato. Las cualidades e importancia
de los ámbitos urbanos están estrechamente ligadas con la conservación de sus
construcciones arquitectónicas, es decir, con la protección del patrimonio.
La idea
de paisaje cultural se presenta con reticencias, ya que engloba aspectos muy
extensos. Habitualmente, se restringe el interés por la protección de paisajes
singulares, que disimulan los rasgos que el hombre ha integrado en los mismos o
que dispensen nuevamente a los paisajes una
condición natural. Todo ello supone relatividades y limitaciones. No obstante,
por otra parte, la realidad de las personas nacidas en las últimas décadas es
bien distinta, está vinculada a entornos y ámbitos de carácter urbano.
Las
aportaciones del patrimonio al desarrollo podrían ser más enriquecedoras si el
mismo englobase todos los aspectos patrimoniales; sin diferenciaciones en
cuanto a su consideración, independientemente de su valor económico, respetando
así la diversidad cultural.
La
protección y conservación del patrimonio conlleva aspectos referentes a la
conducta y, asimismo, al ámbito económico.
Un hecho
fundamental es la formación educativa de
los jóvenes. La opinión francesa ha mostrado su postura favorable al respecto
en una encuesta; el establecimiento de asignaturas sobre el patrimonio en los niveles educativos
(primaria, secundaria y bachillerato) ha obtenido una acogida significativa. A
partir de aquí fue originado un planteamiento nada convencional, no muy dispersado.
La idea consiste en la relación de la enseñanza del patrimonio a las ciencias
naturales, lo que permitiría una mayor concienciación de las capas más juveniles,
y a su vez, brindaría al patrimonio la oportunidad de integrarse en el ámbito
educativo.
Por otra
parte, las profesiones artesanales también son valoradas. Los oficios vinculados con la manera son
estimados como lo más perjudicados debido a su paulatino abandono. En nuestros
días, las dificultades radican en determinar cómo ayudar a la activación de
estas profesiones.
La instrucción de los arquitectos y urbanistas
muestra controversias. En ocasiones, no
existe entendimiento entre arquitectos y poseedores, además de la aplicación de
opciones arquitectónicas por su singularidad o valores estilísticos, sin importar las consecuencias negativas en el
ámbito paisajístico y patrimonial.
No
obstante, la difusión a los ciudadanos ha progresado considerablemente en los
últimos tiempos, hecho que se muestra en las Jornadas Europeas del Patrimonio. Sin
embargo, la falta de interés por el Patrimonio en la población juvenil es
latente. Un medio para estimular dicho interés radicaría en el uso de medios
virtuales – actualmente los museos están trabajando en esta tarea-.
A modo
de conclusión, podemos apreciar cuatro planteamientos distintos para apreciar
la vinculación del Patrimonio con el desarrollo.
“Enfoque
de la compensación” sería el primero de ellos, y estriba en apoyar la inversión
económica destinada al Patrimonio a través de los valores que origina a favor
de la comunidad.
El
segundo planteamiento, “perspectiva de la competencia”, percibe el patrimonio
como un ámbito más, pero con determinadas particularidades como la longevidad
implícita para satisfacer las labores de conservación.
El
tercer planteamiento concibe el Patrimonio desde los servicios que brinda a
otros sectores. La fundamentación de su valoración incluye postulados
económicos positivos. Comprende la base de la perspectiva actual de los
“ámbitos creativos” -decoración, industria de la moda y diseño etc.-, que distinguen la labor del Patrimonio en la
mejoría de la calidad de la producción.
El
último planteamiento defiende la contribución del Patrimonio respecto a la
propagación de conocimientos y valores en diversos ámbitos.
GREFFE,
Xavier: “El patrimonio cultural: ¿lastre o motor de la economía en un contexto
de crisis”
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