Bartolomé
Cairasco de Figueroa (1538-1610), natural de Las Palmas de Gran Canaria, puede ser considerado el padre de la literatura canaria,
ya que insertó en su producción aspectos particulares de la cultura canaria
tras la colonización castellana a finales del siglo XV.
En 1551 el literato llega a la
ciudad de Sevilla para instruirse en letras y teología. A una edad muy temprana recibe una canonjía en la Catedral de Santa
Ana.
En la mitad del siglo XVI enriquece estudios
en Portugal, probablemente en Lisboa o Coímbra. Hacia 1570 empieza a trabajar el verso
esdrújulo, logrando ser percibido como
su máximo representante, por lo que no pasó desapercibido entre autores como
Cervantes o Góngora
Busto escultórico. Bartolomé Cairasco de Figueroa |
Detalle de la fuente |
Vista del busto escultórico desde la plaza |
El poeta fue admirado por diversos literatos canarios-
José Viera y Clavijo y Antonio de Viana- entre otros-, hecho que respalda su
importancia.
La producción literaria de Bartolomé Cairasco
de Figueroa, incluso si singular trayectoria artística, cultural e intelectual,
en su ciudad de origen, Las Palmas de Gran Canaria, en los últimos años del
siglo XVI, comprendió un auténtico motor para la cultura de oro española en el
océano Atlántico, un relevante progreso, al cual incluye asimismo la voz del
Archipiélago, que penetrará por este
devenir del continente americano.
No memorado de forma suficiente por sus
coterráneos tras su muerte, aunque la llama de su recuerdo no se apagó nunca, Cairasco de Figueroa
supuso un icono para los célebres grancanarios que en pleno siglo XIX
concentraron sus esfuerzos y deseos en la ineludible modernización de una urbe
que se encontraba con casi la misma configuración del siglo XVI, y que en
cierta manera también ayudase a modelar el propio literato. Además de las
necesarias reformas de carácter urbano, cultural y social, manifestadas en su
demanda de un teatro y una alameda, que en poco tiempo se erigirían mientras se
desvanecerían los vestigios de las murallas entre el torreón de Santa Ana y el
Castillo de Mata; era necesario recobrar
ante canarios y foráneos, como símbolo de celebridad y base para la propia estima,
las grandes opciones que brindaba la cultura que floreció en el territorio
insular.
Una de las más investigadas y destacadas
propuestas de aquellos grancanarios modernizadores fue la construcción de un
busto escultórico en homenaje a Cairasco de Figueroa en la plaza que suponía
parte de su residencia y jardines y que
a partir de aquí ostentaría su nombre. La
pieza fue realizada por el escultor italiano Paolo Triscornia di Ferdinando en
1894, a través de suscripción popular. El pedestal corresponde a Antonio López
Echegarrieta.
De sus obras podemos destacar el Templo
Militante, del que se lanzaron cuatro tomos los primeros años del siglo
XVII. El tema central de la obra es de acentuada orientación cristiana.
Posteriormente, el Templo Militante ha ostentado numerosas ediciones.
Con motivo del cuatrocientos aniversario del
fallecimiento del poeta, el sacerdote e
investigador Julio Sánchez Rodríguez, ofrece la edición del Templo Militante en tres libros y un DVD que incluye la edición
original de dicha obra. En la primera parte de esta edición se acerca
completamente a la figura y su obra, además de explicar su contexto histórico y
lo que influyó en el mismo su actividad cultural. En la otra parte añade la
reedición casi toda la obra del Templete Militante con alusiones
abundantes y valiosas para realizar una relectura en los primeros años del
siglo XIX.
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